En primer lugar, este lunes tuve un examen de inglés, que os aseguro que mi cerebro explotó en algún instante, porque en un momento preciso ya no pude pensar más. Tuve que tentar algunas preguntitas a la suerte. Después de eso tuvimos que hacer las tareas de física.
El martes, todo el día estuvimos haciendo nuestras tareas de física, pero además de eso, tuvimos clases de finés, que por cierto, son muy difíciles, porque la profesora nunca habla inglés, solo finés, y es muy difícil entender lo que dice. Ella se llama Henna. Tiene gafas y es muy simpática.
El miércoles fue unos de los días más especiales, porque entre oras muchas experiencias, la más bonita fue ver nevar por primera vez. Los chicos del colegio se empezaron a reír de nosotros, porque cuando vimos por primera vez por la ventana qué era lo que estaba sucediendo fuera, creímos que ran las hojas de los árboles cayendo, pero luego salimos, y vimos que lo que estaba cayendo de verdad, era nieve. Imaginad, lo locos que pudimos habernos puesto en aqul momento, que empezamos a perseguir los copitos de nieve, intentando cogerlos con la boca, como perritos. Después de eso, fuimos al centro, y lo que me ocurrió no se me olvidará jamás. Nunca he pasado tanta vergüenza. Cuando entramos en una tienda, Ainhoa pasó primero, y no pasó nada. Pero cuando yo pasé, los detectores de sensores (dos postes de tamaño mediano que sirven para detectar si algún ladrón se ha llevado algo de la tienda), empezaron a sonar. Dí dos pasos atrás, y luego volví a entrar, pero desgraciadamente, los detectores volvieron a dar la alarma. ¿Qué pasaba? Yo no había robado nada. Solo acababa de entrar en la tienda. Lo más vergonzoso fue cuando tuve que quitarme primero la chaqueta, volver a probar, y los detectores volvieron a sonar. Me quité la mochila, pero volvieron a dar la alarma. La dependienta de la tienda vino extrañada. Mientras tanto, Ainhoa se reía a carcajadas. Entonces, la chica de la tienda me dijo que me quitase la sudadera. Yo me la quité. Los malditos detectores volvieron a sonar. Ainhoa me dijo que me quitase la chaqueta ahora. ¿Pero qué era aquello, un striper? Tuve que quitármela, y afurtunadamente, no volvió a sonar.
Al final de las horas de clase, y de hacer las tareas de España, el jueves jugamos a las cartas con la baraja española en el comedor del colegio, y todos empezaron a reírse de lo que gritábamos, porque estábamos jugando a burro. Lo divertido fue, cuando perdió Ainhoa, que tuvo que beberse cinco vasos de leche. Los tres primeros los soportó bien, pero los otros dos, estuvo a punto de vomitarlos.
Este viernes terminamos muchas tareas, y como recompensa, vimos una película de terror. Menos mal que no había nadie en la biblioteca, porque empezamos a gritar de los sustos que nos daban. Solo espero no soñar esta noche.
Moro
Pablo